lunes, 9 de diciembre de 2013

Cuentos de terror de los objetos malditos


Edgar, el narrador de esta novela, es un muchacho que cruza el bosque que separa su casa de la del tío Montague, un estrafalario y solitario pariente. El tío Montague vive solo con un enigmático criado, Franz, al que Edgar jamás logra ver. La casa es oscura y fría, llena de extraños ruidos e inquietantes presencias. El tío Montague recibe a su joven pariente en el estudio, la única estancia confortable gracias al calor de una crepitante chimenea. El cuarto es, en realidad, un gabinete de curiosidades. Extraños objetos decoran paredes y vitrinas. Y mientras el mundo exterior se oculta bajo un sudario de niebla, el tío Montague le irá contando a Edgar un cuento tras otro, cada uno relacionado con un objeto del cuarto: "Prohibido trepar", "La no-puerta", "El demonio del banco"., "Los presentes", "La poda de invierno", "El marco dorado", "El jinn", "Un cuento de fantasmas" y,  por último, "El tío Montague". Este último relato es el único que no se cuenta dentro de la casa y es el que aclara muchas de las palabras enigmáticas y extraños gestos con que el tío Montague ha ido inquietando tanto al narrador como al lector. Chris Priestley es un magnífico escritor y Cuentos de terror de los objetos malditos es una novela excepcional, e insistimos en lo de novela porque, lejos de lo que el título pueda sugerir, no es una colección de cuentos sin más, sino un relato coherente en el que todos sus elementos se integran con sentido. Por si esto fuera poco, completan el volumen las ilustraciones de David Roberts, de un estilo que nos recuerda al del gran Edward Gorey

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